La bursitis es la inflamación de una bursa, una estructura en forma de saco situadas entre los tejidos blandos (músculo, tendón y piel) y las prominencias óseas, cuyo objetivo es disminuir la fricción del hueso con los tejidos blandos durante el movimiento de las articulaciones.

En podología las bursitis que tratamos con más frecuencia son las siguientes:

• Bursitis retrocalcánea: es la inflamación de la bursa que se encuentra entre el tendón de Aquiles y el calcáneo (hueso del talón). Es muy frecuente en mujeres asociado a la presión que realiza en la zona el contrafuerte del calzado al caminar.
• Bursitis retroaquílea: inflamación de la bursa localizada entre el tendón de Aquiles y la piel. También llamada enfermedad de Albert.

La bursitis se puede presentar de distintas formas según su causa:

• Bursitis físicas: causadas por microtraumatismos y estrés mecánico asociado a la actividad, a retracción del tendón de Aquiles y al calzado.
• Bursitis traumática.
• Bursitis químicas: degenerativas (se incluyen las de causa reumática) o causadas por sustancias químicas.
• Bursitis séptica: causada por una infección por bacterias.

El diagnóstico se realiza mediante la exploración del paciente y la realización de una ecografía que permite visualizar la inflamación de la bursa y su localización.

El tratamiento dependerá de la causa de la bursitis y si existe inflamación. El tratamiento de las bursitis traumáticas, reumáticas o metabólicas incluye reposo, aplicación de frío (hielo), vendajes compresivos, elevación de la pierna afectada y el uso de antiinflamatorios. En ocasiones, puede ser necesario la aplicación de láser o las infiltraciones de corticoides. En los casos en los que haya asociación mecánica como tensión en el tendón o en pacientes deportistas, es aconsejable la realización de un estudio de la pisada y la instauración de tratamiento con plantillas que relaje la musculatura y prevenga futuras lesiones. Las bursitis infecciosas en cambio se tratarán con antibióticos.